Descripción
El jazz es la música barroca del corazón. Ni respeta la proporción, eso nos decían; ni se explaya en retóricas ni en enfáticos predicados, eso aprendimos. Y, sin embargo, qué sencillez tan ocupada la suya, con qué mansedumbre recarga y se agota cuando le place o cómo se encabrita en un palmo de nota y se declara en lúcida rebeldía. Del Jazz no sólo se aprecia su vigor o su ternura, sino la facultad de que esa fuerza o esa delicadeza sean humildes y expliquen como sólo la música o la pintura o el amor saben hacerlo.