Descripción
Suburbia. El gran libro ilustrado del erotismo, lo prohibido y la molicie en España es la increíble y fascinante historia de nuestra España más subterránea y amante de la cocaína o la morfina -los llamados entonces «venenos eufóricos»-, que durante años se vendían libremente e inundaban cabarets, antros y esquinas. Las mujeres tomaban la noche, ese espacio donde siempre se despliega lo prohibido, adoptando maneras de ser libres y sin permiso de nadie, en una Santa Trinidad de sexo, drogas y cuplé, mientras la «gente de orden» miraba con espanto lo que sucedía en las calles. Existía un país moralizante y otro muy distinto, nuestra Suburbia, la secreta Nación de la Molicie, aquella otra abandonada con alegría y gran dedicación al vicio y el placer. Nuestra «tormenta inmoral» fue imparable. Se editaban centenares de libros y revistas, algunas clandestinas, que pasaban a formar parte de «bibliotecas infernales», esos libros secretos por indecorosos o directamente prohibidos de bibliotecas, tanto públicas como privadas, en ocasiones pasquines y mal editados, que se vendían por cuatro duros y contra los que se crearon brigadas policiales antipornografía. El más misterioso y, para muchos, infame de aquellos autores fue Ángel Martín de Lucenay, un falso sexólogo que no se parecía a ninguno y cuya habilidad era vender erotismo, en ocasiones extremo e hilarante, bajo la coartada de la divulgación médica, higiénica y sexual. Sus libros, repletos de chicas pinchándose o fumando opio, crónicas sobre extraños cultos y un aluvión de fotografías reales de nuestros bajos fondos, eran eso mismo: spanish pulp. Baratos, accesibles para todos. Pura exploitation. En solo cuatro años (1932-1936), aquel rey absoluto de la sordidez del sexo, la noche y los bajos fondos, inundó el mercado con casi un centenar de libros que incluían sexo salvaje, sado o bestialismo. Suburbia. El gran libro ilustrado del erotismo, lo prohibido y la molicie en España, editado por el escritor Servando Rocha, es un espectacular recorrido ilustrado por nuestros mundos más oscuros y «depravados», desde la sicalipsis de fin de siglo hasta la brutalidad de la transición, cuando los quioscos se llenaron de chicas con esvásticas y cuero negro.