Descripción
Desde que en 2003 se publicó el primer monográfico sobre educación patrimonial en Ediciones Trea, se ha articulado un modelo de educación patrimonial centrado en la noción de vínculo que, a su vez, sitúa como elemento esencial del concepto de patrimonio la dimensión humana, a las personas, en definitiva. Desde este enfoque se ha ido superando la noción de patrimonio como bien cultural, para aproximarnos a una concepción relacional, mucho más compleja -pero, al tiempo, realista-, que entiende el patrimonio como la relación entre los bienes culturales y las personas o comunidades; precisamente, cuando estas atribuyen valor a esos bienes culturales, hacen que el patrimonio tome su sentido completo, verdadero. Esa proyección de valores genera un vínculo identitario que nos permite hablar de patrimonio de facto. La educación patrimonial entendida desde el enfoque centrado en los vínculos permite que transitemos desde patrimonios potenciales (cuando aún no tenemos ningún tipo de relación establecida con ellos) a patrimonios efectivos. Este libro ahonda en el enfoque de los vínculos y, para ello, profundiza en el concepto de patrimonio, buscando el elemento esencial o diferencial tanto del sustantivo (patrimonio) como del adjetivo (patrimonial) para, desde ahí, desplegar el concepto de patrimonialidad. Se propone un recorrido por el cambio habido en las dos últimas décadas hacia el foco de atención -tanto en la normativa internacional y europea, como en la propia epistemología derivada o paralela-, donde el concepto de patrimonio ha transitado desde el interés por el objeto hasta situar al sujeto como eje, para centrarse en el vínculo, nodo del enfoque que defendemos. Exploramos la naturaleza del concepto de vínculo patrimonial a partir de su relación con los procesos de patrimonialización (conocer, comprender, respetar, valorar, sensibilizar, cuidar, disfrutar, transmitir, patrimonializar) para desentramar la complejidad del propio concepto de vínculo desde la metáfora del origami. Finalmente, nos centramos en algunas dimensiones particulares de este enfoque: la educación artística centrada en la incorporación de los procesos creativos a la secuencia de procesos de patrimonialización, la dimensión contemporánea como clave en el propio concepto de patrimonio, junto con la importancia de los entornos digitales en el nuevo marco de acceso y aprendizaje del patrimonio cultural.